¿Servir o ser servido?

Por Rafael Domínguez
Servir no es una condición del que tiene mucho o tiene poco, servir es una decisión de ser de utilidad para los demás, tanto el que tiene mucho puede y debe servir al que tiene poco como el que tiene poco puede y debe servir al que tiene mucho, para servir no se tiene límites, se sirve en la medida que nos preocupamos por el otro y ponemos lo que tenemos material e inmaterialmente en función de esas necesidades de los demás, servir es una de las claves para la mejora sustancial de las naciones.
Esta es quizá la pregunta más común relacionada a nuestras reflexiones existenciales ¿a qué hemos venido al mundo? ¿a tener tanto éxito para ser servido? o ¿a servir para tener el mayor éxito?, según los puntos explicativos del creador sobre esta paradoja solo aquel que sirve a los demás obtiene la mayor ventaja en la vida venidera, pero ¿qué pasa con la vida actual? ¿acaso no debería tener ventajas en la vida que estoy viviendo? la respuesta es sencilla, el que sirve a los demás obtiene en el ahora una felicidad que llena plenamente, no es pasajera, se queda contigo y es un premio reconfortante que no tiene nada que ver con el éxito material.
Servir no es una condición del que tiene mucho o tiene poco, servir es una decisión de ser de utilidad para los demás, tanto el que tiene mucho puede y debe servir al que tiene poco como el que tiene poco puede y debe servir al que tiene mucho, para servir no se tiene límites, se sirve en la medida que nos preocupamos por el otro y ponemos lo que tenemos material e inmaterialmente en función de esas necesidades de los demás, servir es una de las claves para la mejora sustancial de las naciones.
Si pudiéramos imaginar un mundo feliz, ese es en el que todos sirven a todos, comenzando por aquellos que han sido delegados en puestos públicos o con responsabilidad, porque fueron llamados a servir para que los otros ciudadanos mejoren, de hecho, la palabra ministerio o ministro deriva del latín “minister” que significa sirviente o asistente, por eso hay tanto ministros en la vida pública como en la vida espiritual, pero todos deberían comprender que el fondo es servicio, al más humilde nivel, sin recompensa, sin preguntas, sin esperar devoluciones.
Nada nos engrandece tanto como ayudar y servir a otros, quien lo ha experimentado, por lo general no puede explicar lo que se siente cuando se ha realizado la tarea, más si se hace sin ser exigido o sin condiciones, desde algo tan simple como ayudar a alguien a cruzar la calle, empujar el carro que se ha quedado varado, limpiar un lugar que uno no ensució, etc.. Hasta los grandes servicios como la medicina y la educación, que son servicios que mejoran y engrandecen la Nación, la transforman.
Cuando a Jesús se le pregunto sobre esto, el dijo que quien quiera ser el primero que sirva, no que se convierta en el resolutor de los problemas ajenos, mucho menos en el que hará la vida más fácil a los demás o el que se debe encargar de la vida de los otros, no, simplemente se trata de estar atentos a las necesidades de los demás y así podamos ayudar en algo, si nos buscan podamos decir si, que si nos piden podamos decir si, si nos preguntan podamos decir si, buscar la manera mínima de ser de utilidad; igualmente nos dijo “he venido a servir y no a ser servido”, teniendo el nivel de persona que tenía ¿por qué habría de preferir se sirviente y no patrón, ser asistente y no jefe? Porque tenía claro el valor de ser útil a los demás, entendía que la misión de la vida no es servirse, ni ser el más grande entre los demás, sino hacerte grande hacia tus mismas expectativas y sentirte grande porque otros necesitan de ti.
Un día siendo y ya en esfuerzos por trabajar, recuerdo que en el otrora parque hula hula, cerca de las 6 de tarde, hora en la que los buses allá por 1983-84 dejaban de circular, estaba ahí sin un solo centavo para tomar el bus, porque al patrono de la panadería en la que trabajaba se le hizo imposible (creo yo) pagarnos lo del día y mi angustia creció porque desde ahí hasta Ciudad Merliot con los temores de la guerra, era una caminata nocturna poco deseable, pero alguien que pudo ver más allá se me acerco y me dio el dinero del pasaje, me sirvió como nunca nadie lo había hecho, eso marcó mi vida y me permite hoy pensar no en lo que yo recibí, sino lo que esa persona recibió por servirme sin conocerme.
Si queremos cambiar la Nación, hay que comprender que ésta necesita más gigantes dispuestos a servir, que pequeños seres esperando ser servidos.